domingo, 8 de julio de 2012

*Amordazada*


Hay momentos k las palabras se agotan, k las letras por más k lo intentemos no salen de nuestras bocas, el cuerpo grita desesperado su dolor enrojeciéndose, amoratándose; el rostro se contráe, los gestos se vuelven violentos por momentos y se suavisan con el placer k también se desemboca y recorre el cuerpo, estremece las extremidades y un hilito de voz logra escapar desde la garganta...

A veces, una mirada lo dice todo, se postra sobre la piel desnuda y flagela con movimientos oculares; cae como flajelo en el alma y se vuelve lo más maravilloso sobre la tierra. Pork nada se compara con una mirada fija, una observación prolongada que incluso humedece el sexo y lubrica la imaginación.

El sentido del oido se expánde, se vuelve preso de los inundantes sonidos k en vuelven el momento, hay ecos, sonidos secos, cortántes, ¿relampagueántes, contundentes, pero si algo excita los oidos son las frases, esas palabras hiladas k perturban y  y se estrellan copiosamente sobre kien las recibe, castigan y acarician, besan y escúpen.

La boca es cubierta por la mordaza y después de los latigazos, aún con las manos, tobillos y rodillas atadas, con los ojos y el sexo humedecidos, ÉL desliza suavemente la mordaza k apresaba los labios de su sumisa y le pregunta si hay algo k kiera decir. Ella responde: "Gracias mi Señor", con voz temblorosa.

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